Recuerdo que en mi primera clase de Teoría de Economía aprendí sobre las ventajas de asumir que la gente es egoísta y sólo se interesa por procurarse lo máximo, incluso a costa de otros. Gracias a este principio es posible construir modelos económicos capaces de predecir una gran cantidad de eventos sociales con precisión. Sin embargo, existe también evidencia clara de que las personas cooperan entre sí, aún a costa de sus propios intereses.
Afortunadamente, es posible reconciliar ambas posturas si tomamos en cuenta que muchas de las interacciones que tenemos día con día son con las mismas personas, y nuestras acciones tienen repercusiones en la forma en que convivimos con ellas. De esta manera, incluso la persona más egoísta y calculadora cooperaría con otros a sabiendas de que, en el largo plazo, vale la pena dejar de ganar lo máximo en cada oportunidad y arriesgarse a perder compañeros en el proceso, a cambio de formar parte de grupos que cooperan en armonía.
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