Sobre los Sesgos y Atajos Cognitivos en Políticas Públicas
Es bien sabido que los seres humanos estamos constantemente sujetos a sesgos y atajos cognitivos que afectan nuestra toma de decisiones, la mayor parte de forma inconsciente. Estos mecanismos se manifiestan particularmente en el Sistema 1, planteado por Kahneman, que es aquél relacionado con decisiones automáticas e inmediatas.
Existen dos sesgos y atajos particulares que llaman la atención. El primero, es el sesgo de representatividad, en el cual las personas toman decisiones a partir de estereotipos y generalizaciones más allá de consideraciones objetivas. Por ejemplo, si de un grupo de 100 personas, de las que 80 son ingenieros y 20 son bibliotecarios, elegimos a una persona al azar y notamos que dicho individuo es útil, estructurado, sumamente organizado y creativo, muy probablemente creamos que es un ingeniero. No obstante, esto omite que las cualidades mencionadas también son inherentes a bibliotecarios. En este sentido, la decisión fue afectada por los estereotipos y generalizaciones.
El segundo es el sesgo de disponibilidad. Dicho sesgo se relaciona con el hecho que tomamos decisiones a partir de insumos que vienen de inmediato a la mente. Kahneman denomina a este fenómeno como What You See Is All There Is (WYSIATI), y generalmente deriva en decisiones sesgadas. Por ejemplo, ¿Qué es más peligroso en la playa? ¿Un tiburón o un coco? Quizá nuestra mente nos sugiera que es el tiburón, pero en realidad, se registran en promedio 40 ataques de tiburón que causan lesiones o muerte por 150 caídas de coco de palmeras que de igual forma pueden causar lesiones o muerte. Entonces, en términos empíricos, un coco es más peligroso que un tiburón.
Dichos elementos, aunque no exhaustivos, constituyen solamente un par de los múltiples sesgos y atajos cognitivos que afectan la toma decisiones. Esto impacta no sólo a los individuos, sino también a las organizaciones. En materia de política pública, el diseño de programas, la definición de estrategias e incluso su implementación, pueden estar influenciados por sesgos similares.
Por ejemplo, al hacer un diagnóstico de los problemas asociados al cambio climático que enfrenta México, muy probablemente pensemos en huracanes (particularmente por la gran cantidad de lluvias que se han presentado en el país), pero, esto no quiere decir que los huracanes sean el mayor o único problema para nuestro país en la materia. ¿Qué hay de las sequías, o de las temperaturas extremas, o de la contaminación asociada con la falta de programas de reciclaje, el uso excesivo de plástico y unicel? Dichos elementos no necesariamente se ponderan en una decisión de política pública en todo momento, y esto tiene repercusiones en las acciones que puedan generar las instancias públicas de manera posterior.
Por otra parte, quizá en la actualidad un tema coyuntural en política exterior es el estado de tensión entre Estados Unidos y Corea del Norte, o bien la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, por lo cual las decisiones de las instancias públicas muy probablemente se enfoquen a temas asociados. Sin embargo, esto no implica que sean los únicos factores que ameritan la asignación de recursos y prioridades del Estado en el rubro.
El campo de las políticas públicas exige una visión transversal y estratégica de mayor profundidad, en la cual se mire hacia una apreciación científica e informada por el campo de la economía del comportamiento e inteligencia. La existencia de metodologías, partiendo de lógicas asociadas al método científico, permite el diseño de mejores agendas de gobierno. No obstante, es importante también incorporar elementos de terceros, ya que muy probablemente después de días, semanas, meses o años de desempeñarse en una materia, no podamos apreciar las fallas que se presentan en la toma de decisiones. Nadie es inmune a los sesgos cognitivos.
Quizá cuando se planee y ejecute la política pública de prevención de riesgos en las playas el problema no sean tantos los tiburones, ni tampoco necesariamente los cocos, sino algo más que puede que conozcamos o no. Lo cierto es que el campo de la economía del comportamiento y sus insumos tanto teóricos como prácticos son un aporte esencial para toda materia de la política pública, su aplicación permite no sólo tener una perspectiva más amplia, sino ponderar a partir de evidencia informada el impacto de los sesgos cognitivos en la toma de decisiones que son fundamentales para nuestro país.